El Real Unión dejó una primera sensación que luego no cumplió. Comenzó mandando en Lezama. Tenía el dominio y las llegadas más claras, pero la tarde se le complicó de mala manera. No tanto por su falta de acierto, que también, sino por el nefasto arbitraje que sufrió en varias jugadas claves.
Goikoetxea fue objeto de un claro penalti no pitado en el primer suspiro de la tarde. En un fútbol tan igualado como es la categoría de bronce, los pequeños detalles son decisivos. Y disponer de una pena máxima en el primer acercamiento podría haber sido un mazazo difícil de digerir para un filial bisoño como es el del Athletic.
No fue así. Y el Unión acusó las decisiones del colegiado. Para más inri, transcurrido el cuarto de hora hubo un gol anulado a Iglesias. Nos dio la impresión de que el bilbotarra arrancaba en posición legal.
Aspectos a mejorar
Con todo, el arbitraje no debe esconder que el Unión tiene que mejorar en su juego. Su plantilla es una de las más completas de la liga, pero tiene varias lagunas. Quizá falta un organizador que dé sentido al juego. Y Brit está demasiado lejos del área.
El técnico navarro Miguel Sola acaba de llegar, pero seguro que sabe encauzar a su equipo. El potencial de la plantilla txuri beltz tiene que salir. Ahí hay mucho talento.
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