Hace unos días el Real Unión comunicó que se le daba la baja a Sergio Francisco para darle cabida en el equipo a Carlinos. Una noticia de alcance por tratarse del jugador que se trata. El mundo del fútbol está lleno de idas y venidas, pero hay algunas que no son como las demás. Esas que merecen un trato especial. Con todos los respetos hacia Marc Mateu, pero Sergio Francisco se ha tenido que marchar del Real Unión de la misma forma que lo hizo el jugador cedido por el Levante y eso es inadmisible.
Primero porque Sergio llevaba siete temporadas (seis seguidas) enfundándose la elástica txuribeltz. Segundo porque era uno de los capitanes y tercero porque es de Irun. Soy de los que piensa que el mundo del fútbol es un negocio en el que lo único que importa es estar arriba, lo entiendo, lo respeto y me gusta que sea así porque estamos hablando de competir, pero...
Se puede llegar a entender la decisión porque el irundarra llevaba un par de temporadas a vueltas con las lesiones y sin poder rendir a su máximo nivel, pero nunca compartiré las formas. A un jugador como Sergio Francisco no se le puede abrir la puerta sin que antes sus aficionados le hayan despedido con una merecida ovación. Y menos, comunicándole su baja a cuatro días de que se cierre el mercado y la posibilidad de fichar por otro equipo.
Afortunadamente no le han faltado novias y ayer, a última hora, se comprometió con un club. Mientras escribía estas líneas no había nada decidido, pero Sergio tenía opciones de Segunda B (Mieres, Ontinyent), al Sestao tocándole la puerta (le gustaba esta opción) y una tercera posibilidad que no quiso desvelar.
Y lo que ha pasado con Sergio me recuerda a lo que pasó con Oier Larrainzar y Joseba Agirre, otros dos capitanes a los que tampoco pudimos decirles adiós. Y no Berru, tampoco me olvido de que colgaste las botas siendo el capitán del equipo del ascenso y que nadie tuvo la idea de que hicieras un saque de honor en Segunda.
Todos ellos se merecían algo más. Cuatro capitanes del Real Unión a los que no hemos podido decir adiós y despedirles con una ovación.
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